Estimado Señor Gobernador


Empiezo así la carta porque así me dijo la maestra que se empieza una carta al gobernador, pero como yo no sabía bien que quiere decir estimado y la maestra me dijo que es como decir querido pero como más serio, como cuando dos personas no se conocen, como usted que no me conoce a mí, pero yo si lo conozco a usted, como lo conoce toda mi familia y mis amigos y sus familias y toda la gente en el pueblo y me dijo mi papá que hasta en Vallarta lo conocen, y en Tepic y en Santa María del Oro y muchos lugares más.


Yo le escribo porque tengo una pregunta que es un poco difícil, bueno, muy difícil y como por aquí no sé a quién hacérsela porque es bien difícil entonces se me ocurrió que usted debe saber porque si es gobernador debe ser porque sabe muchísimo, bueno, hace dos días en mi escuela me dijeron que la culpa no existe y que nadie es malo, ya lo habían dicho una vez, cuando hablábamos de un niño que se la pasa molestando y pegando y diciendo groserías y rompe cosas y entonces nadie le hablaba y nadie de los niños quería estar con él entonces él se enojaba más y se portaba peor pero nomás lo regañan y regañan pero sigue sin hacerle caso a nadie y sigue yendo a la escuela nomás a molestar entonces un día que él no fue porque le había pegado a la maestra nos dijeron en el círculo que teníamos que ayudarlo y que él en realidad no es malo y que no tiene la culpa de lo que hace porque la culpa no existe y nadie es malo… ¿Usted cree que nadie, nadie es malo? ¿Como esa gente que mata gente o animales o mata árboles? ¿O que la culpa no existe aunque alguien se porte bien mal y haga muchas travesuras?


Un compañero me dijo que le pregunte al cura pero yo no me animo porque ni lo conozco y me da vergüenza porque nunca fui a una iglesia y tengo miedo que me regañe, me dijeron que te regaña mucho y además no creo que me diga la verdad, los otros días escuchaba a unos amigos de mi papá que decían que los curas y las iglesias son puras mentiras, por eso debe ser que nunca me llevaron a una porque son bien amigos de mi papá y si les pregunto a ellos, a los amigos de mi papá, lo que creen me van a decir lo mismo que dicen todos, que la culpa no existe y que nadie es malo, pero a mí se me hace bien difícil creer eso porque yo lo veo a este niño que le decía recién que se porta bien mal y para mí es bien malo y yo lo vi cuando rompió un material que lo hacía a propósito, en la cara se le notaba, así que para mí él tuvo la culpa.


Entonces señor gobernador, como hoy vino a visitarnos al pueblo y yo lo vi desde mi ventana y cuando todos en mi casa dijeron de salir a ver si lo podían saludar yo mejor me quedé a escribirle esta carta para que me ayude con esta pregunta porque seguro después se me olvida y porque mejor que darle la mano en la calle es ayudarlo a que me ayude, a que nos ayude, que pare eso nos dijeron en la escuela que lo tenemos que elegir.


Muchas gracias. Que siempre tenga buen día.


P.D. Quiero decirle gracias también a mi mamá que me ayudó a quitarle los errores.


La imaginación al servicio

(de "Historias y Casi Historias")

Todavía ni nos encontramos y... ya estoy viviéndolo desde aquí. Ya estoy viéndonos desde aquí, qué sé yo por qué cosa de la imaginación. Caminando de la mano por la costanera sin darnos cuenta quizás de lo feo que pueda estar el río por esa zona y de los que se nos podrían cruzar por esa hora. Hablando de todo eso que nos une y hace que el entusiasmo se apodere del ambiente. Y se nos acorte el tiempo, y se nos alarguen los espacios hacia un futuro que, si bien no se hace explícito con palabras, se esconde tímido y precavido en los deseos personales de esos que nadie sabe, por el miedo de quedar mal parados en el orgullo propio y en el comentario de los demás.

Y ya lo estoy viviendo... Aprender de las discusiones y estremecernos en cada contacto sensorial que puede prescindir de las manos, y el decirnos algo antes o después... Pero no de la mirada cómplice que certifica que hay algo más allá del mundo mundano que nos va acercando, y que tiene que ver con las leyes de la química.

Ya me parece estar redactando esos pactos invisibles que con los días se irán imponiendo para que cada enfrentamiento de posturas se transforme en un complemento enriquecedor que nos esté diciendo: “el mundo no es sólo ese que ve mis ojos”, y así sea el elemento principal para crecer de a dos, como debe ser. O como se dice tanto que debe ser.

Aunque estén las cosas que nunca cambian. Sé que muchas malas costumbres serán dejadas de lado sólo por caer en manos de ese poder infalible que puede lo imposible, al que le pusieron alguna vez AMOR y que hace que uno se sienta bien hasta cuando abandona sin volver la vista ciertos tapujos ocultos no resueltos que más de una vez incomodaron a los presentes y que nunca tuvieron suficientes motivos para ser removidos de una vez.

Lo de vos con Arjona tiene arreglo, lo de Luis Miguel quizás no, pero confío en que algún día entenderás que La Mona es mucho más que saber cantar o no, y sé que aunque me pese toda la vida, aceptaré tarde o temprano que no me dejes escuchar fuerte esas murgas quilomberas cuando demos vueltas con el auto por ahí.

Imagino que estarás de acuerdo algún día en que todo no se acaba en esta ciudad, que también se vive lejos de La Cañada, rodeados de selva o nieve, mientras la cosa siga para adelante. Y que la “gran hoguera” o la “simple salamandra” no bastan para entibiar las noches, si no hay un porqué impaciente apurando el amanecer.

Ya verás que con el tiempo seré más caballero, te dejaré pasar primero, y me va a gustar cenar a solas cada catorce de febrero, y voy a cuidar un poco más la imagen, y hasta estaré dispuesto a escucharte cuando de fondo Sandoval esté luciendo su trompeta para mí. Y hasta llegaré a enojarme si sé que alguien te está seduciendo creyendo que no me lo decís.

Pero si de prever se trata, de cortar caminos y de librar la imaginación al servicio de la coherencia y el buen entendimiento, hago uso y abuso de esas viejas historias que nos cambiarán el humor y que tanto supieron repetir “hasta aquí llego” y “hasta aquí no”:

Por mucho que lo he intentado, no consigo dormir temprano y no hay modo de hacer que recuerde fechas o aniversarios, y no puedo renunciar (ni quiero) a mi inclinación sureña y uruguaya en la música y a mis testarudos intentos de no andar despotricándole a las prepotencias y a las subordinaciones injustificadas.

Sé de sobra que a tus caprichescas escenas necesarias de novela de las cinco de la tarde las despacharé instintivamente con la indiferencia proporcional acorde al grado e intensidad de lo insensato que el libreto del día nos depare.

Y resultaría muy oportuno seguir enumerando detalles sin cuidados que empañarían inútilmente tanta felicidad a punto de dar a luz, sólo por pretender estar preparados y bien parados ante cada gesto inoportuno y cada egoísmo descontrolado que abrirían la brecha y encenderían la mecha lenta y silenciosa del desamor... pero que, seguramente, apagaríamos oportunamente.....

...de no ser por algo que me dice que... ya no sé si habría oportunidad para entender que finalmente no cambiaron las tonteras varias que revelarían lo verdadero de cada uno, y despertar de esa realidad poco imaginada por estos días que nos marcará cuarenta y varios años de porfía inconsciente y del “no tirar la toalla” de la omnipotencia y el desafío eterno que va muriendo junto con el tiempo, y la distancia de ida sola, y el bendito poder de la mente de imaginación pura que me salva una vez más... y que te salva... (aunque no me entiendas un carajo) de vivir equivocados esta sola vida sin reembolso, canje por fallas o mala calidad, o garantía previa...

Si de prever se trata, de cortar camino y de librar la imaginación al servicio de la coherencia y el buen entendimiento, lo mejor es que te vayas con tus intolerancias, celos tontos, prepotencias, orgullos y necedades a otra parte y que seas feliz a tu manera con quien se te cante y no nos encontremos más... creo que ya hemos perdido el tiempo demasiado.

Córdoba, Argentina, algún día de algún mes de 1997 (más o menos).

Señales

Señal que tengo que escribir. Que llegó la hora. Todos los caminos conducen a Roma, y en este caso, a sentarme de una vez. Pero, cuál es el problema, aquí estoy, ya ves, sentadito y sin apuro. Pero…, teniendo en cuenta que tengo una hora, tal vez hora y media…

Señal que no tengo otra señal. Más allá de las propias inevitables de cada día de comer, caminar, mirar, trabajar, ir al baño… Más allá, no hay más. Escribir por escribir. No por nada de lo anterior. Por el placer de hacer lo que da la gana.

Orden en la sala, pues. Se dice que es lo primero antes de cualquier cosa. El orden antes de escribir, en este caso, cuando ya, de por sí, es comenzar un orden. El orden del cuándo cómo y dónde, pues. Otra vez la señal del orden, esta vez por algo más que la necesidad cotidiana.

Señal de regresar a mi meditación, a mi mantra, a mi música, a mi yoga, a mi Ser. ¿Recuerdas aquel “ya vendrá el momento”? Pues señal que llegó. Momento que comienza, quién sabe cuándo termina. Como aquel que comenzó hace millones de años cuando llegó la señal.

Teniendo en cuenta que todo está en calma, que es aquí y ahora, que somos uno, que tenemos que recordar, pues, que todo es círculo, señal que cada chancho a su rancho y que zapatero a tu zapato y que si cada cual, cada cual atiende su juego, que es decir su pensamiento, todo será más y más bienestar, que es decir bien ser y bien estar.

Pues, nada… Señales. O las ves o no las ves. Luego las lees o no las lees. Luego las aceptas o no las aceptas. Luego las atiendes o las ignoras. Luego las practicas o las olvidas. Creo que finalmente lo negativo es imposible, como la oscuridad es sólo ausencia de luz y el miedo ausencia de amor.

Señales. Cierra los ojos. Cierra todo lo demás. Ya viene otra. Nos vemos al rato. Quizás les muestre algo para leer.

Por eso

…sí, para la luz, reíte todo lo que quieras, quien me quita lo bailado, yo me divierto, que al final es lo más importante, ¿o no?, sarna con gusto no pica, y no me hago nada, sigo siendo el mismo, ya pasé por eso de creerse el superloquesea, ahora nada más me acepto como soy y le doy pa’delante, mi único límite es cuando veo que ya no me divierto… Y me cago de risa, trato de hacerlo lo más que puedo, también de lo que estoy diciendo, y bien cursi que me sale, ”trabajo para la luz”, hay sí, cómo no…, es lo que te digo, sigo siendo el mismo estúpido que se ríe de las estupideces más estúpidas, pero sigo aprendiendo, sigo poniéndome las pilas, sigo creciendo, sigo mirando de frente, sigo preguntando por qué, sigo mandando a la mierda, nada más que ahora lo llamo trascender, porque… como será que hasta estoy empeñado en dejar todas las palabras negativas, y términos, y frases, y razonamientos, y todos los etcéteras que le siguen hasta darme cuenta, una vez más, que es más divertido!!!, es más divertido ayudar, porque te ayudan, y porque... el que diga que no se enternece con el gesto de agradecimiento ante cualquier ayuda de las de en serio, miente, de aquí a la China por todos los caminos posibles de tierra y mar, trabajo para la luz pero no busco la iluminación, porque sólo la luz ilumina, y a uno no le queda más que aprovecharla, para ver algo… y no tener que seguir a tientas, o sumergido en la más profunda oscuridad, trabajo para la luz para que se mantenga encendida, soy del mantenimiento, se podría decir, estoy de este lado, se podría decir, y trato de estar atento de los que andan rondando para, de puro daño nomás, meterle el soplido y volver a apagarla, porque que los hay, los hay… trabajo para la luz porque cada día más amo a todos y cada uno de todos y de todo lo que me rodea, trabajo para la luz porque ya me empecé a dar cuanta que somos, o sea, soy luz…, y… trabajo para la luz… porque soy electricista. (Por eso, antes de salir, apague la luz tranquilo)

Certeza

A falta de estacas, buenas son la piedras. No importa cómo, sino hacerlo. Las cosas no se hacen hablando, lo único que se hace hablando es hablar. No se puede hacer otra cosa. Aunque mientrastanto con las manos manejemos el carro, o el mause, o la aspiradora. Si uno habla, la atención principal está en lo que está diciendo, o estaría diciendo pura incoherencia. Por eso a veces los locos parecerían estar locos cuando hablan, si no fuera porque andan en invierno a puro calzón a lunares por plena avenida. ¿Alguna vez escuchaste la conversación de un loco cuando habla quién sabe con quién? No es incoherente lo que dice, si no fuera porque todo lo que cree que lo rodea en realidad no existe. Entonces… si es por eso… ¿estamos todos locos?

A falta de estacas, buenas son la piedras. No importa si los demás creen un poco que estoy más o menos loco. Es lo que firmemente creo absolutamente de todos (y cada uno) de los demás. Porque, viendo las cosas desde el punto de vista estricto de la normalidad de acuerdo a los cánones actuales, quién puede decir que no lo está. El mundo sólo se divide, como sabemos, en dos, en locos lindos y locos feos. Los feos son los que se portan mal. Los que hablan mal de sus mamás, los que mienten, los que les tiran piedras a los pájaros. Pero bueno, qué le vamos a hacer, son locos. Y feos. Los lindos somos nada más los que hablamos solos y a veces, pocas veces, lo escribimos en una computadora a la luz de la luna.

A falta de estacas, buenas son la piedras. No importa si no tenía estacas para la carpa o tienda de campaña, buenas son las piedras. Pero mejor no les cuento que son las doce de la noche, que acabo de llegar, que puse el despertador a las seis y media para machetear, que si levanto la cabeza tengo la luna entre dos árboles haciéndome un guiño… van a creer que estoy loco.

Todo esto para decir que la comunidad se hace, no se dice. Décimo habitante de Zubuya o el circuito de la memoria. Antes, dos mexicanos y sus dos mexicanitos, un siciliano, una japonesa, una gata, un burro y un perro salchicha. Décimo en honor a mi tono planetario[1]. Décimo también porque llegué después del noveno. A mí me dijeron, pásele carnal[2], siéntase en su casa, y yo, aunque loco, todavía reconozco a la familia.

A falta de estacas buenas son las piedras. Qué sé yo por qué estoy aquí. Será por la certeza. Esa que se siente cuando uno sabe que está haciendo bien. Porque luego de hacer, hay que hacerlo bien. Sino, se pasa a ser feo. Con buenas intenciones, pero feos. El mal no existe, los feos sí. ¿Bandada de pájaros a estas horas? Pregunta para el hombre de campo, de un forastero citadino, sepan disculpar. O por qué se creen que estoy loco. El grado de locura es proporcional a la distancia entre el hábitat, morada o domicilio actual y el obelisco, zócalo o capitolio más cercano.

Certeza de esa de tener la certeza de que uno no tiene nada que ver con nada de los por qué de las cosas que están pasando y sin embargo se sigue para adelante como si dependiera de la certeza de uno. A falta de estacas… Doce treinta y dos, mañana será otro día…


[1] Tono planetario de la manifestación, décimo tono según el sincronario maya, compuesto de la unión de los calendarios mayas solar y lunar.

[2] Carnal: hermano en mexica callejero.