Certeza

A falta de estacas, buenas son la piedras. No importa cómo, sino hacerlo. Las cosas no se hacen hablando, lo único que se hace hablando es hablar. No se puede hacer otra cosa. Aunque mientrastanto con las manos manejemos el carro, o el mause, o la aspiradora. Si uno habla, la atención principal está en lo que está diciendo, o estaría diciendo pura incoherencia. Por eso a veces los locos parecerían estar locos cuando hablan, si no fuera porque andan en invierno a puro calzón a lunares por plena avenida. ¿Alguna vez escuchaste la conversación de un loco cuando habla quién sabe con quién? No es incoherente lo que dice, si no fuera porque todo lo que cree que lo rodea en realidad no existe. Entonces… si es por eso… ¿estamos todos locos?

A falta de estacas, buenas son la piedras. No importa si los demás creen un poco que estoy más o menos loco. Es lo que firmemente creo absolutamente de todos (y cada uno) de los demás. Porque, viendo las cosas desde el punto de vista estricto de la normalidad de acuerdo a los cánones actuales, quién puede decir que no lo está. El mundo sólo se divide, como sabemos, en dos, en locos lindos y locos feos. Los feos son los que se portan mal. Los que hablan mal de sus mamás, los que mienten, los que les tiran piedras a los pájaros. Pero bueno, qué le vamos a hacer, son locos. Y feos. Los lindos somos nada más los que hablamos solos y a veces, pocas veces, lo escribimos en una computadora a la luz de la luna.

A falta de estacas, buenas son la piedras. No importa si no tenía estacas para la carpa o tienda de campaña, buenas son las piedras. Pero mejor no les cuento que son las doce de la noche, que acabo de llegar, que puse el despertador a las seis y media para machetear, que si levanto la cabeza tengo la luna entre dos árboles haciéndome un guiño… van a creer que estoy loco.

Todo esto para decir que la comunidad se hace, no se dice. Décimo habitante de Zubuya o el circuito de la memoria. Antes, dos mexicanos y sus dos mexicanitos, un siciliano, una japonesa, una gata, un burro y un perro salchicha. Décimo en honor a mi tono planetario[1]. Décimo también porque llegué después del noveno. A mí me dijeron, pásele carnal[2], siéntase en su casa, y yo, aunque loco, todavía reconozco a la familia.

A falta de estacas buenas son las piedras. Qué sé yo por qué estoy aquí. Será por la certeza. Esa que se siente cuando uno sabe que está haciendo bien. Porque luego de hacer, hay que hacerlo bien. Sino, se pasa a ser feo. Con buenas intenciones, pero feos. El mal no existe, los feos sí. ¿Bandada de pájaros a estas horas? Pregunta para el hombre de campo, de un forastero citadino, sepan disculpar. O por qué se creen que estoy loco. El grado de locura es proporcional a la distancia entre el hábitat, morada o domicilio actual y el obelisco, zócalo o capitolio más cercano.

Certeza de esa de tener la certeza de que uno no tiene nada que ver con nada de los por qué de las cosas que están pasando y sin embargo se sigue para adelante como si dependiera de la certeza de uno. A falta de estacas… Doce treinta y dos, mañana será otro día…


[1] Tono planetario de la manifestación, décimo tono según el sincronario maya, compuesto de la unión de los calendarios mayas solar y lunar.

[2] Carnal: hermano en mexica callejero.

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